Este conocido lema del Rector de la Universitat Oberta de Catalunya, que le llevó a impulsar una aventura universitaria que este año cumple 10 años de existencia, ha sido una y otra vez codiciado, explotado y reinventado por cuantos trabajamos en esta universidad. Mediante este artículo nos gustaría compartir el proceso de elaboración de la asignatura Estudios Literarios y Tecnologías Digitales que ha de impartirse por vez primera el próximo curso 2005-2006 y sobre la que hemos estado trabajando desde el año 2002. Se trata, por tanto, de mostrar una parte del proceso de creación de una asignatura optativa que queríamos que permitiera a nuestros estudiantes —que presuponemos mínimamente alfabetizados digitalmente teniendo en cuenta que estudian en una universidad enteramente virtual— ejercer de críticos y poner en práctica las herramientas teórico-críticas que les han sido transmitidas en otras asignaturas de sus estudios . Nuestro propósito inicial, pues, consistía en tratar de forzar al estudiante a ubicarse en la nueva dimensión creativa que nos ofrecen las tecnologías digitales y penetrar, a fondo y mediante un completo ejercicio crítico que fuera más allá de la habitual crítica formalista y descriptiva de estas nuevas obras, en las dificultades y particularidades de la literatura electrónica.
Estos objetivos iniciales suponían también una serie de constreñimientos. Debía ser una asignatura eminentemente práctica: había que leer literatura digital. Pero en este caso teníamos otro problema previo considerable en la medida que las obras de creación auténticamente digital existentes en la red (la mayoría en inglés o francés) desafían la competencia lingüística de la mayoría de nuestros estudiantes. Por ello hemos diseñado una obra de literatura digital con distintas posibilidades de navegación contribuyendo, de este modo, a la salud creativa de la literatura digital en lengua catalana y española (existen dos versiones lingüísticas del cibertexto) a la par que fomentando una consideración temática alrededor de algunos de los problemas que están concentrado la atención de la crítica en los últimos tiempos.
El
Diario de una ausencia es un proyecto surgido de los resultados de un congreso internacional organizado por el grupo de investigación
HERMENEIA, que estudia las confluencias entre los estudios literarios y las tecnologías digitales, celebrado en Barcelona en abril de 2004 , uno de cuyos resultados es este producto literario digital concebido para un uso didáctico y en red (otro de los resultados que ya puede consultarse en red es la edición digital de un monográfico de la prestigiosa revista internacional
Dichtung Digital:
http://www.brown.edu/Research/dichtung-digital/english.htm).
Nuestro Diario de una ausencia se presenta como un producto eminentemente textual, ubicado en una dimensión visual y musical determinante, que el lector puede recorrer como si de un peregrinaje se tratara. Hemos optado por un uso de la tecnología con una finalidad estética, narrativa, semiótica y hermenéutica: no se hallará aquí una eclosión de los medios más avanzados como escaparate tecnológico sin otra finalidad que la del mero lucimiento de recursos, sino una convergencia de medios informáticos al servicio de un artefacto estético digital. Su naturaleza fundamentalmente hipertextual evoca el aspecto más secreto e íntimo del hipertexto —un dato que todavía cobra más relevancia teniendo en cuenta el componente de confesión, de autoconfesión que lleva implícito un diario privado. Sin embargo, no cabe llevarse a engaño: el Diario es algo más que un hipertexto, cuando menos no es un hipertexto 'puro'. Lo cierto es que se combinan las posibilidades creativas sinérgicas de lenguajes artísticos como la imagen o la música. Se trata de un producto múltiple y complejo por cuanto el texto se ve apostillado por los comentarios de un lector 'modelo' —en este caso otro profesor de la UOC— que lo atraviesan y lo penetran a la búsqueda de significado. La mirada crítica de un ojo externo, que se sumerge en esta crónica del dolor y de la ausencia, se concreta en un primer ejercicio interpretativo que emplaza a sus lectores a pronunciarse, al tiempo que ofrece posibles claves de lectura sobre las que discutir.
Y todo ello sucede en la inasible virtualidad de una pantalla. En este entorno creativo, culminada ya la fase inicial -necesaria e inevitable- de descubrimiento de un nuevo medio; superado pues un tiempo en el que aprender a habitar en una nueva dimensión textual, poco a poco los creadores han ido desarrollando las potencialidades que son propias del medio. Así, la conjunción de códigos informáticos y de lenguaje, la colaboración entre escritores y programadores ha dado a luz una retórica, una gramática y una sintaxis específicas del entorno digital que, de algún modo —como el Diario también pretende ejemplificar—, ha transformado también lo que representa el acto de lectura y la consideración de lo literario.
La disposición espacial de los textos digitales despierta un conjunto de metáforas que hacen posible la lectura bajo un nuevo prisma, el de la navegación. En este sentido, el lector que accede al Diario percibe con nitidez que la casa es un territorio por explorar donde las palabras actúan como reclamo a la vez que funcionan como capciosas contraseñas que nos permiten acceder a un texto que se oculta, que se esconde porque secreto es su contenido y como un secreto le es confiado al lector. La idea central de esta propuesta metodológica es la de concebir la lectura como una queste, como una búsqueda. Así, del mismo modo que en los romans medievales la búsqueda es la organizadora del relato y la queste es, por lo tanto, el esquema narrativo a seguir, podemos llegar a establecer una identidad absoluta ente búsqueda y organización de los contenidos en el espacio digital. El Diario de una ausencia presenta cinco modos de acercamiento posible al texto y, en consecuencia, cinco posibilidades distintas de lectura.
- En primer lugar está la inmersión explorativa en la casa-escenario que nos ofrece, por estancias, palabras que actúan de contraseña y puerta de acceso a los distintos días del texto. Es ésta una vía donde la curiosidad y el azar de las elecciones nos ubican ante palabras que ejercen de reclamo para permitir que aflore el texto que esconden y al que se refieren, al que pertenecen, en definitiva, porque de él han salido.
- En segundo lugar, está la posibilidad de realizar una lectura numérica, buscando en el 'mapa del tesoro' los números que permiten una lectura cronológica de las páginas del diario.
- Teniendo en cuenta de que cada página del diario se corresponde con un día del mes, también es posible efectuar una tercera lectura a partir de los textos que ya han sido descubiertos/revelados en el orden 'lineal' del calendario, eso sí, recordando que hasta que no haya sido desvelado el contenido de una palabra no será visible la correspondencia ente la palabra seleccionada y el día del mes al que hace referencia.
- Otra vía de lectura posible es la que permite consultar el mapa o plano de la casa y sus inmediaciones y ver qué objeto conlleva una vía de acceso al texto y dónde está ubicado.
- Por último, también el mapa ubica las distintas músicas que conforman esta dolorosa melodía en el espacio y uno puede dejarse llevar por lo que la música le sugiere para, a partir de la música evocada ir al texto correspondiente. Palabras, números, objetos, músicas y azar son los médiums de este particular viaje a las tinieblas del alma.
En esta tesitura, queremos que surja la pregunta ¿dónde está la lectura? O mejor ¿dónde está el texto que ha de leerse si éste es invisible y no aparece más que a partir de una interacción —mínima, pero interacción al fin y al cabo— como es una elección, un clic, el establecimiento de un itinerario? ¿Cómo se lee una obra como esta, sin texto —a primera vista—, sin un orden aparente, sin páginas que pasar, sin ver en qué punto del relato estamos, sin saber cuánto nos falta para llegar al final, si es que lo hay? ¿Será la lectura algo susceptible de ser compartido? ¿Habrá leído todo el mundo el mismo Diario o será la lectura de cada cual forzosamente distinta? ¿Incluso uno mismo puede leerlo de distintas maneras en distintas ocasiones? ¿Hasta qué punto divergirá la lectura lineal, la lectura más 'literaria' y menos 'lúdico-explorativa' del Diario de una ausencia, la lectura que también es posible realizar en papel de las 'lecturas' fragmentadas y aleatorias de páginas sueltas de un diario? ¿Representará la elección de la música, del ambiente paisajístico en el que se hallan las palabras, los objetos y los textos, la lectura digital, en definitiva, un añadido, una experiencia estética diferente a la lectura analógica y convencional del Diario como un diario? ¿Qué modo de lectura emerge en un contexto tan cambiante, con tantos sentidos implicados, con tantas posibilidades de elección para el lector? Éstas y otras muchas preguntas sólo podrán ser contestadas por los estudiantes después de enfrentarse con el Diario. Son posibles puntos de reflexión para un diálogo abierto respecto de una materia que se halla en proceso de construcción.